Este blog nace para contar la historia de los pueblos de la comarca de Torrijos a través de imágenes y microrelatos.

jueves, 23 de enero de 2014

PUEBLA DE MONTALBÁN. HISTORIA ORAL. JUSTINO DE LA CONCEPCIÓN.

Justino de la Concepción con su uniforme de las Juventudes Socialistas.



Testimonio de Justino de la Concepción García.(1918 – 2008)


   
    El día 18 de julio de 1936 estábamos disfrutando de  las fiestas patronales en La Puebla de Montalbán y nos dijeron que Franco se había sublevado.  Para evitar alborotos, el baile fue suspendido. Todos los vecinos de izquierdas nos marchamos a la Casa del Pueblo para ver como afrontábamos estos imprevisibles hechos.  
   La nueva situación me preocupaba porque pertenecía a las Juventudes Socialistas: todos gastamos camisa azul, corbata roja y correaje. Cuando el día 24 de septiembre de 1936 entraron las tropas sublevadas en La Puebla, mi  madre quemó en una cueva todo mi uniforme de joven socialista(jusista).
    Pero volviendo al 21 de julio de 1936, este día viajé a Toledo para alistarme como miliciano, pero no pude  conseguir armas en la capital. El propio Orencio Labrador, diputado socialista, nos recibió en Los Maristas: “Existen muchas peticiones para entregar fusiles”, nos afirmó con resignación y tuve que volver a La Puebla.
      El día 7 de agosto viajé definitivamente a Madrid para defender la República en el frente de batalla, incorporándome al Cuartel de la Montaña y no regresé a mi pueblo hasta que terminó la contienda.
      
    Cuando perdimos la guerra, ya en 1939, intenté salir de España a través del puerto de Alicante, pero fue imposible. En Albacete me tomaron prisionero, por primera vez, para ser trasladado al penal de Chinchilla. De aquí escapé, con mucha fortuna, al ser confundido como un nacional más. Tras de dormir varios días en las alcantarillas y comer hierbas del campo me encerraron en la plaza de toros de Albacete con cientos de soldados republicanos.
      Ese año de 1939 retorné al pueblo. Eras las 2 horas de la madrugada cuando, tras llamar a la puerta de la casa de mi madre, comprobé sorprendido que llevaba luto: “¡Han fusilado a tu padre!”, me dijo llorando.
     Uno de los vecinos, apodado El Campano, se dedicaba a detener a toda la gente de izquierdas que íbamos volviendo al pueblo. Por eso, mi triste madre me dijo: “No saludes a nadie sin que te saluden a ti primero”. Al día siguiente, me cruce por la calle con la mujer de Agapo Vallanilla y empezó a insultarme: “¡rojo! ¡canalla!”
    Nos encerraron en el Convento de Franciscanos que habilitaron como cárcel. Aquí me encontré, muy deprimido, a mi amigo Leocadio Jiménez, El Fati, porque estaba amenazado de ser torturado públicamente, simulando una corrida de toros en la que él sería el astado. Cuando se tranquilizó, con una melena de pelo que le llegaba a la altura de los hombros, me contó que había pasado toda la guerra escondido en una cueva de La Puebla y que intentó suicidarse cortándose las venas con una cuchilla de afeitar.
    Todos los días nos sacaban a limpiar y recoger las basuras del pueblo. Una mañana Sebastián, El Corujo, me obligó a que le diera los buenos días. Después, otro vecino llamado Joaquín Mulero me tiró un palo y más adelante un grupo de más de cien personas se arremolinaron para pedir nuestra cabeza.
    En diciembre de 1940 nos trasladaron en camiones a la cárcel de Toledo. La despedida fue vergonzosa: mientras una multitud de vecinos nos insultaba a voces, mi madre se despidió de mí con una cariñosa mirada y lágrimas en los ojos. Nunca olvidaré la humillación que supuso para ella aquella triste escena.
    Fui juzgado en Toledo el 17 de junio de 1940, y condenado a 20 años de reclusión. Me acusaban de haber cometido un delito de auxilio a la rebelión y a partir de esta sentencia, sufrí todo tipo de penalidades y vejaciones por los presidios de media España.
    Cuando recobre la libertad provisional me enviaron a cumplir el servicio militar a un Batallón de Penados en África: durante 32 meses pasé tantos sufrimientos como en las cárceles.
     En septiembre de 1945 recuperé la libertad y volví al pueblo. Al día siguiente comencé a organizar el PCE y trabajar como jornalero del campo. Contacté con los gañanes de la finca Alcubillete y  los pescadores del río Tajo: a los tres meses habíamos formado un grupo de 30 camaradas antifascistas. Como imaginábamos no estar solo ante tanta represión franquista, pronto contactamos con el Comité  del PCE que estaba en Talavera: milité en este partido toda la vida.
    Por estas fechas fue el año en que Franco se desplazó para cazar en la finca Alcubillete, propiedad de la familia Calderón. Era costumbre que todos los jornaleros de la misma, y yo era uno de ellos, ojearan las perdices. ¡Nos permitían que fuéramos andando descalzos por la nieve! Los cazadores iban bien pertrechados con lujosos coches y buenas botas. Mi amigo Chato Hojalata me advirtió: “Justino, en la lista de ojeadores tienes anotada la palabra ¡rojo!”. Me apresuré corriendo a la oficina del mayordomo y comprobé que ¡éramos catorce! Todos los fichados nos marchamos a La Puebla. Al día siguiente, Cirilo Calderón tuvo un comportamiento muy correcto con nosotros cuando le revelamos que habíamos leído la famosa lista negra: “En mi casa mando yo, no el Caudillo, y si tengo un obrero trabajando en ella, es porque confío en él”, reprochando nuestra precipitada huída de la línea de puestos.
    En abril de 1947 me volvieron a detener por organizar el PCE en la forma antes expresada. Los interrogatorios practicados en el ayuntamiento por el alcalde, apodado El Manco, y cinco policías con varas, fueron muy crueles. Me preguntaron sobre la composición del organigrama de la célula de mi partido. Me exhibieron una hoja del Mundo Obrero en la que se hablaba de la huelga de jornaleros en Castrejón que, efectivamente, yo organicé un año antes: pero lo negué.
     Otra vez viajé a lo desconocido. Pero en esta ocasión, la despedida de los amigos que, agrupados en la plaza, me saludaron con su mirada fue diferente. Las sonrisas de ánimo y complicidad que reflejaban en sus rostros me animaron para continuar en la lucha por la libertad y la justicia.
    Pero esta, una vez más, no tuvo clemencia conmigo. Un Consejo de Guerra me trajo aparejada una pena de 20 años por el mismo delito antes citado. Después pasar por los penales de Ocaña, El Dueso, en el año 1950 me beneficié de un decretó que redimía mi pena por el trabajo realizado. En el año 1950 recuperé la libertad de manera condicional.
    No cometí delito de ningún tipo. Jamás me arrepentiré de nada y estoy muy orgulloso de seguir luchando por mis ideas.
     Mi último acto de solidaridad, in memorian, con mis paisanos caídos  honrosamente por la República, fue construirles una gran lápida en el cementerio. La primera negativa de las autoridades se produjo en 1979, cuando el partido centrista UCD ganó las elecciones locales. Igual oposición encontré con los socialistas en el año 1983 y con AP en 1987, a pesar de que no les solicitábamos dinero. El alcalde de esta última formación, Pedro García, me dijo: “¿Qué texto quieres poner en el monumento?”, a lo que yo le respondí: ¿Tú qué pondrías?, “¡Fallecidos!”, contestó. Quiero poner en letras mayúsculas "MUERTOS POR ESPAÑA Y POR LA LIBERTAD", le repliqué malhumorado. “¡Eso es meterse mucho en política!”, terminó diciendo el primer edil. Después, tuve que reconocer que éste político de derechas me cedió el suelo del cementerio.
    Hasta el año 1991 en que el socialista Juan Jósé García ganó los comicios municipales mis paisanos caídos no pudieron descansar, definitivamente, en  una zona acotada en el cementerio municipal. El PSOE y sus militantes pueblanos se negaron a colaborar económicamente: ignoraban que casi la totalidad de los fallecidos homenajeados pertenecieron hasta su muerte a dicho grupo político.
   

sábado, 18 de enero de 2014

GERINDOTE. HISTORIA ORAL. BENITO RODRÍGUEZ.

El alcalde de Gerindote, Adrián Rodríguez, con su esposa e hijos.



Gerindote. Testimonio de Benito Rodríguez. (1920- 2014)


   
    Mi padre, Adrián Rodríguez, fue el alcalde que más años estuvo al frente del Ayuntamiento de Gerindote en la República y su liderazgo fue decisivo para que el Frente Popular obtuviera casi el 90% de los votos en las elecciones de febrero del 36.
    En los primeros días de septiembre de 1936, unos milicianos forasteros de la FAI o CNT, llegaron al Ayuntamiento para fusilar a bastantes gerindotanos derechistas con una lista facilitada por un vecino, cuyo nombre no voy a revelar. Pero mi padre les dijo: “¡Aquí el único fascista soy yo, matadme a mí!”;  y se marcharon sin derramar sangre alguna.
    Los convecinos derechistas le correspondieron a su alcalde con la misma moneda cuando las tropas nacionales tomaron Gerindote el 22 de septiembre de 1936, el día del Patrón San Mateo y advirtieron a sus mandos de la honestidad del primer edil: “Aquí no hubo asesinatos, como en el resto de pueblos vecinos, y queremos que Adrián quede en libertad”, les dijeron.
    Pero las fuerzas franquistas no cumplieron su palabra y, aunque se encontraba excarcelado, a las pocas semanas comenzaron las amenazas contra su persona. Le ordenaban  limpiar las calles y un cabo de la Guardia Civil, llamado Bonache, le maltrataba con mucha saña.
    En enero de 1937, mi progenitor ya temía por su vida. Como en otros pueblos la simple pertenencia a algún cargo relevante durante la República daba lugar a su ejecución, decidió pasarse a  zona roja cruzando el río Tajo por Portusa. Su amigo de derechas Pepe Currillo, jefe de Falange, le advirtió un día antes del peligro que corría si permanecía en Gerindote y le convenció para que huyera: había llegado al Ayuntamiento un oficio judicial muy comprometedor. Con toda seguridad se trataba de una citación para el juzgado militar. Y no hay que olvidar que para esas fechas ya habían asesinado a cinco ó seis vecinos del pueblo de manera silenciosa, es decir, sin juicios previos y arrojados al pozo del Camino de la Vega. Es decir, el miedo era muy fundado.
    Ya en zona republicana de Navahermosa, dejando aquí mujer y siete hijos, se integró en un grupo guerrillero adiestrado por militares soviéticos para realizar actos de sabotaje en las vías férreas de Torrijos. En una de estas acciones de guerra murió el cabo Bonache al ser volado el puente de Barcience.
    Mi padre cometió el error del volver a Gerindote, una vez acabada la guerra, aún siendo consciente de que su vida corría peligro. Y así fue, después de permanecer varios meses encarcelado en la prisión de Torrijos le fusilaron en las tapias del cementerio en noviembre de 1939. Se cometió la desvergüenza de juzgarle por hechos cometidos en tiempo de guerra: mi padre fue un militar republicano más que luchó por su causa. En la su vida civil y política, al frente del Ayuntamiento, evitó derramamiento de sangre.
   

HORMIGOS. Un crímen sin esclarecer.




Los conflictos laborales del campo dieron lugar al crímen de Hormigos en 1933. Foto Rodríguez.



UN CRÍMEN SIN ESCLARECER EN LA LOCALIDAD DE HORMIGOS.



            Esta localidad ocupó la primera plana de los rotativos provinciales por los hechos ocurridos la noche del 13 de julio de 1933. Se produjo el asesinato de un obrero del campo, de filiación socialista y secretario de la Casa del Pueblo.
          Al final de esta publicación que ahora comentamos se transcriben a texto completo, para los lectores que no se conformen con un simple microrelato, dos artículos de prensa de periódicos de ideología comtrapuesta.
       Nunca se descubrió quien fue el autor del asesinato de Hormigos. Desde hace más de diez años llevamos investigando lo sucedido porque la causa penal seguida en la Audiencia Provincial de Toledo no aparece. Tras entrevistar a más de una decena de nonagenarios, en otras tantas residencias de ancianos de la comarca,  ninguno pudo desvelarlo. A la mayoría de los abuelos interrogados, algunos centenarios, se les leía previamente los artículos de prensa que aquí se ahora reproducimos. Y todos coinciden en que jamás se supo quien fue el autor de esa muerte.
                  
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 El periódico católico El Castellano narraba los hechos así:

       “El predomino marxista en muchos pueblos ha dado a las relaciones de trabajo un carácter genérico de lucha de clases, tanto más dura cuanto mayor es la influencia de las organizaciones obreras.
      Hormigos es uno de estos pueblos en que las relaciones entre patronos y obreros han sido enconadas por la desconfianza y el odio, y son entre sí enemigos mortales.
    Hay en Hormigos una poderosa organización socialista, dirigida por un joven médico de ideología extremista. Esta agrupación, integrada por una mayoría de los hombres del pueblo, consiguió copar el Ayuntamiento en el que influyen decisivamente.
    Así, por ejemplo, desde el advenimiento de la República había un puesto de la Guardia civil, pero cuando se constituyó el actual Ayuntamiento socialista, el alcalde y el médico lo suprimieron. Una comisión de patronos visitó al gobernador rogándole su restablecimiento, pero ante el informe negativo de la corporación municipal, lo denegó.
    En estas condiciones de orden público existentes en el pueblo, llegó el verano. Las rapiñas eran tantas, que los patronos se vieron obligados a defender por sí mismo sus cosechas. El primer efecto lógico de esta situación se dio en la noche del 25 al 26 de junio de 1933. El patrono Teodoro Zurita fue hacía las once de la noche a vigilar un trigo de su propiedad y encontró allí a dos hombres que estaban robando. Le dijeron: “ ¡ Huye!”. Zurita les replicó  que eran ellos quienes tenían que marcharse, pues él se encontraba en sus fincas. La respuesta fue un tiro de perdigones. Uno le perforó el labio y otros cuatro o cinco le hirieron superficialmente en la cabeza al propietario.
    El día 13 de julio, apareció en el sitio denominado Los Sanfolines el cadáver del joven Cruz Rojas Gómez, de filiación socialista. Junto a él, se encontraron dos sacos llenos de garbanzos recién segados y una hoz. Todavía no se ha podido averiguar quien fue el autor de la muerte.
    El suceso produjo gran excitación entre los obreros. Se declaró una huelga general que duró cuatro o cinco días y fue necesaria la concentración de la Guardia civil. Ésta detuvo al dueño del garbanzal, Dámaso Benayas Dorado y a sus dos hijos, Gabriel y Gerardo. Todos ellos conducidos al Juzgado de Escalona y tres días después fueron puestos en libertad”.


    Por su parte, el rotativo socialista El Heraldo de Toledo, tras imputar al sacerdote de la localidad la autoría del artículo del periódico católico El Castellano, que acabamos de leer, replicaba:

     “Decía el cura de Hormigos que en este pueblo se ha suprimido el puesto de la Guardia Civil por voluntad del Ayuntamiento socialista. Pues bien, en Hormigos no hubo nunca tal puesto. Ha habido en alguna ocasión cinco números concentrados procedentes de Valladolid, reclamados por los caciques para ver si coaccionaban a la gente y ganaban las elecciones, cosa que no consiguieron.
      El Ayuntamiento se quejó de la conducta de aquellos civiles, pues actuaban sin conocimiento del alcalde hasta el extremo de que ni siquiera el cortés saludo se cruzaba. En la afueras del pueblo, enseñaban a tirar con pistolas y escopetas a los hijos de los caciques, los cuales carecían de licencia de armas. Estos hechos motivaron las quejas del Ayuntamiento. Juzgue, pues, la opinión pública sensata.
     Habla el cura de las raterías innumerables que se cometen. Pues nosotros afirmamos que a la Alcaldía no se ha denunciado ni un caso de éstos. El Juzgado tampoco ha celebrado ningún juicio de faltas de esta naturaleza.
    Teodoro Zurita fue herido por los suyos debido a una equivocación, pues estaban esperando a los obreros, y hasta es casi seguro que fue un tío suyo. ¡ Y gracias a que empezó a voces, porque sabía lo que le iba a ocurrir, por no ignorar la trama!. Y si no grita lo asesinan. Es un verdadero escándalo ver a los caciques a todas horas haciendo alardes de las armas en plan de guapeza; van por las calles con las escopetas y las pistolas en las manos.
    Y así fue muerto nuestro compañero, como fue herido Teodoro Zurita: a traición y por la espalda; y después tuvieron la avilantez de poner al lado del cadáver dos sacos de garbanzos y una hoz. Pretendían hacerle la injuria después de muerto y presentarle como un ladrón.
    Pero los sacos eran de la casa del cacique y los garbanzos no eran de los que se crían por el sitio donde lo asesinaron. Después existe una declaración de dos peritos que afirman que el muerto no había segado garbanzos inmediatamente antes de morir porque esta labor deja una huella inconfundible en las manos.
    El asesinato lo cometieron a las 11,30 de la noche y por la mañana mandaron a un chico que fuera a por agua al sitio donde estaba el muerto, advirtiéndole el camino que debía seguir, aunque fuera el más largo hasta llegar al pozo.
    Esto lo desfigura el cura, el representante de Dios en Hormigos, y a pesar de decir a los incautos de que Dios está en todas partes, él no tiene inconveniente en profanar la memoria de un muerto.
    Todas las cosas que pasan en el pueblo se las atribuyen al médico, que por cierto no es nada de joven. Él es quien orienta a los obreros que están sumidos en la ignorancia. Veamos un caso curioso relacionado con él. Un patrono, Benito Galán, tenía sus obreros asegurados; cuando uno se accidentó, pretendía que el médico extremista falseara la realidad diciendo que ganaba diez pesetas para obtener un beneficio.
    En su información, el cura termina con los tópicos jesuíticos diciendo que el pueblo era antes una balsa de aceite, que la paz del Señor estaba con todos y no había diferencias en el vecindario. La paz del Señor estaba con todos pagando a los trabajadores 2 pesetas de jornal, y a lo sumo 10 reales, por jornadas de trabajo de 22 horas. Si alguno protestaba, se le despedía fulminantemente para que no contagiara a los demás. Si alguno levantaba la voz se le apaleaba brutalmente, porque en este pueblo se pega a las personas como a las caballerías. A eso llama el cura la paz de Dios y la caridad cristiana.
    El veterinario titular, hijo del cacique, en tres años reconoció dos veces la leche para velar por la salud pública. Pero siguió cobrando el sueldo sin que nadie dijera nada. ¡Qué paz aquella!
    El farmacéutico no quiere despachar a los socialistas por la noche. Ha dicho públicamente que, si algún socialista necesita medicinas por la noche, que le despachará con un tiro.
    El sumario del obrero asesinado se encuentra en el Juzgado de Escalona cuyo juez titular está ausente. Le sustituye el vecino de esta población Joaquín Vázquez, que fue secretario de Unión Patriótica y hoy contratista de la carretera de Escalona a Nombela. El abogado acusador, el compañero Ángel Lara, no ha encontrado Procurador de los que ejercen en el partido. Se niegan a ello por su amistad con los patronos. Al final se habilitó al compañero y médico de Escalona, Alejandro Rodríguez del Val".





viernes, 17 de enero de 2014

SANTA OLALLA. Artículo publicado en la revista Cañada Real.


Manuel Arroyo, primer alcalde republicano de Santa Olalla.


Quintín Sacristán.





LA CONTROVERTIDA PROCLAMACION DE LA II REPÚBLICA EN SANTA OLALLA.  

  


Capítulo II del libro "Santa Olalla en la II República y Guerra Civil", aún sin editar.


            Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 significaron el fin de la monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en España. Tanto los monárquicos como los republicanos se encontraron con una situación imprevisible para ellos mismos porque la convocatoria electoral se había convertido en un plebiscito acerca del régimen político: monarquía o república; algo que en principio no estaba previsto.
             Más que una corriente de opinión, el republicanismo parecía una epidemia política que no se detenía ante nada ni ante nadie. Concejales y alcaldes monárquicos, empresarios, artísticas, toreros, escritores, por aquello de seguir la moda, decían beber los vientos de la república. La perplejidad y el vértigo del cambio político llevaron a la clase más conservadora a buscar soluciones audaces e imaginativas, como ocurriera en Santa Olalla con la familia Sacristán.
          El empresario de la construcción, Quintín Sacristán, gozaba de un gran prestigio en este sector industrial. Su grupo empresarial, que competía a nivel nacional con otras grandes sociedades, desplazaba semanalmente desde Santa Olalla a Madrid más cien obreros locales que edificaban viviendas castrenses, iglesias o conventos en la capital. Esta saga estaba muy bien relacionada con la aristocracia, la burguesía y el clero. Había logrado licencias, a nivel nacional, para construir viviendas de militares en toda España, merced al apoyo que le dispensaba el general Saro.
         Sin embargo, todo cambiará con la instauración de la Segunda República en 1931. Cuantos contratos castrenses que le habían sido adjudicados fueron suspendidos por el nuevo gobierno republicano. Las edificaciones ya iniciadas en Zaragoza y Valencia quedaron paralizadas, y la boyante empresa daría en quiebra, con la consiguiente repercusión laboral entre los obreros de la villa.
           Vivió Santa Olalla una azarosa y convulsiva proclamación de la Segunda República motivada por las ansias de ostentar el poder. Por una parte, el último alcalde monárquico, Pedro Hierro; por otra del moderado Manuel Arroyo, apoyado por la poderosa familia Sacristán, y por ultimo,  la candidatura republicano-socialista, con Lorenzo Navarro a la cabeza.
                En realidad, en los pueblos pequeños las elecciones no tuvieron un marcado cariz político, sino más bien administrativo. De ahí que en muchos ayuntamientos los concejales fueran nombrados por el artículo 29 de la ley electoral. Se presentaban igual número de candidatos que de concejales correspondían al municipio y ya no era necesario votar.
              Fueron semanas de transición hacía la normalidad política, sin saber muy bien en qué podría consistir aquel cambio de régimen. Ante el vacío de poder creado, como ocurriera en gran parte de las zonas rurales de toda España, tras la impugnación de las primeras elecciones municipales, el bastón de mando del Ayuntamiento de Santa Olalla fue detentado por los  grupos políticos citados que se lo arrebataban uno a otro, casi de manera clandestina. Ocurrió que el gobernador publicó una orden, siguiendo instrucciones recibidas del Gobierno de la República, para que en las localidades donde se hubieran falseado las elecciones municipales, deberían ser impugnadas en un determinado plazo. Y al igual que Santa Olalla, en más de setenta localidades toledanas, que impugnaron el resultado, se repitieron elecciones el día 31 de mayo de 1931. Por ello, en este espacio de tiempo, de abril a mayo, todos querían  entrar en la Corporación, aunque fuera provisionalmente para manejar los resortes de la política municipal y salir con ventaja en los siguientes comicios.
                     A los pocos días después de la celebración de los citados sufragios del mes de abril, el antiguo alcalde monárquico, Pedro Hierro, entregó el gobierno del Ayuntamiento, que ostentaba a través del artículo 29 de la ley electoral, a “un grupo de obreros socialistas que se personaron en el Consistorio con una orden del gobernador civil”, según reza el libro de actas.(1) Pero el grupo Manuel Arroyo y Quintín Sacristán no quedaron conformen con esa designación provisional y buscaron auxilio en el alcalde de Toledo, José Ballester, líder provincial del Partido Republicano Radical Socialista, y en amigos militares de alta graduación afincados en Madrid.
                    El grupo de Sacristán preparó un “desembarco” multitudinario llegado en camiones desde Madrid, con baile y fuegos artificiales en la plaza. Así, Manuel Arroyo Fernández  fue proclamado alcalde de manera provisional, a la espera de la celebración de los nuevos comicios del 31 de mayo de 1931. El periódico católico El Castellano, políticamente más afín a la candidatura de la familia Hierro que a socialistas y Sacristanes, difundió la noticia a través de la siguiente reseña:


    Se dio aviso a la Guardia Civil de Santa Cruz de Retamar, al ver pasar a tres camiones ocupados por obreros de Santa Olalla, y que se encuentran trabajando en Madrid para la sociedad constructora Sacristán hermanos. Salió la Benemérita a las afueras de esta localidad, adonde llegaron en primer término don Quintín Sacristán Fuentes, don Ramiro Irazábal y otro señor que manifestó ser comandante del Estado Mayor, exhibiendo su carnet. Dijo que traía orden de la superioridad para que se  entregara el mando del Ayuntamiento a los convecinos, don  Manuel Arroyo, don Félix Sánchez Caro y don Jacinto Muñoz. Cuando esto sucedía, se aproximaron los camiones citados, descendiendo unos 80 hombres, que fueron registrados uno por uno, sin encontrarles armas. Como su aptitud era pacífica se les permitió la entrada al pueblo, que hicieron por distintas calles. Los nuevos representantes del Municipio organizaron un baile en la plaza pública, disparando unos veinte cohetes en plan de diversión, hasta que a media noche se retiraron a sus domicilios.(2)


             En las fechas que transcurren entre el 13 de abril y el 31 de mayo, las fuerzas políticas se echaron a la calle y removieron a las masas para ser elegidos en las nuevas, y definitivas, elecciones con un punto de mira: gobernar el Ayuntamiento.
            En aquella segunda campaña electoral, Alonso, Villarrubia y Muñoz, líderes socialistas toledanos, dieron un mitin el primero de mayo en Santa Olalla.  Parece ser que aquel acto intentó ser boicoteado y los incidentes fueron recogidos por la prensa provincial socialista:

    Lo que ocurre en Santa Olalla es intolerable. Allí, sin duda por una mala información, se había nombrado para la Comisión a elementos que en las últimas elecciones se presentaron como monárquicos. Pero no conformes con esto, seguían empleando todos los viejos y ruines procedimientos caciquiles a que estaban acostumbrados durante el régimen monárquico. El citado mitin se celebró en presencia de cuatro o cinco serenos armados con carabinas, que sin duda eran del célebre Pedro Hierro. Por otra parte, el alcalde Manuel Arroyo, elemento a las órdenes del nuevo republicano Sacristán Fuentes, trató de impedir la celebración del acto. Y no conformes aún, los señores caciques de Santa Olalla, se ocuparon de pagar a un numeroso grupo de pobres gentes para insultar a los oradores. Aunque a pesar de todo, el acto se celebró, porque, felizmente en estos tiempos, todas las actuaciones caciquiles, para impedirlos, son aguijonazos de mosquitos o, cuando más, coces de burros que no llegan a quien van dirigidas. ¡ Enhorabuena, señores sacristanes sin parroquia! (3)


                Antes de celebrarse los comicios del 31 de mayo de 1931, Quintín Sacristán  se desplazó desde su residencia en Madrid hasta Santa Olalla. Comenzó su campaña electoral, para la candidatura de su socio Manuel Arroyo, que ya ejercía de alcalde en funciones, con un acto público que contó con una multitudinaria presencia de sus paisanos en la plaza de la localidad. Así resumía la prensa provincial el discurso del empresario:
              En su turno de oradores, Quintín Sacristán ofreció para los más necesitados del pueblo una finca con quinientas fanegas para que fueran distribuidas en parcelas y explotadas por pequeños propietarios. Les instó a que formasen un Sindicato agrario con una caja de resistencia y se ofreció a ellos como trabajador e hijo del pueblo por quien en todo momento está dispuesto a dar su vida. Como se sabe, el pueblo quiso dar su nombre a una calle de la localidad, pero el orador agradecía más que fuera conservado el recuerdo de su nombre, allá en el fondo de sus almas.(4)
               Sin duda el periodista del artículo citado se refería a la finca Salamanquilla que Quintín Sacristán y Manuel Arroyo acaban de adquirir hacía menos de un año tras la conflictiva herencia de doña Elisa. Pero las promesas electorales de repartir la tierra entre pequeños propietarios fueron pura demagogia. Una vez celebrados los comicios, que a continuación narramos y conseguidos los propósitos perseguidos con la oferta, no hubo reparto de tierra alguna.
               El resultado de las nuevas elecciones del 31 de mayo de 1931 abrieron la puerta de la alcaldía a Manuel Arroyo, que ya sí fue elegido popularmente, representando al Partido Republicano Radical Socialista. Sin duda, la buena relación que la familia Sacristán mantenía con el líder provincial de dicha formación política, José Ballester, alcalde de Toledo, les animó para afiliarse a la misma y poder defender mejor sus intereses empresariales.
          El citado periódico toledano se equivocó porque las nuevas elecciones del 31 de mayo de 1931 llevaron al Consistorio a Manuel Arroyo, que fue elegido ya, de manera democrática. Su futura trayectoria política al frente del pueblo le quitó la razón al rotativo del Arzobispado. Manuel Arroyo no “fue un elemento a las órdenes de nadie”. Con acierto y moderación gobernó el Ayuntamiento de Santa Olalla, desde el 31 de mayo de 1931 hasta el 12 de junio de 1934. Pertenecía al Partido Republicano Radical Socialista, que a pesar de su nombre era moderado.
             Sin apenas tiempo de haber superado tanto sobresalto, el día 20 de junio de 1931, ocurrieron unos sucesos que marcaron negativamente el devenir de este periodo republicano en Santa Olalla. Al caer la tarde, una gran manifestación popular se disponía a recibir a sus paisanos, Serafín y Quintín Sacristán Fuentes que viajaban desde Toledo, en compañía del alcalde de  la capital, José Ballester. Las elecciones a Cortes Constituyentes del día 28 de junio de 1931 estaban próximas y este candidato intensificaba su campaña por los pueblos. Su trabajo se vio recompensado días después con su elección como diputado por Toledo.
        Una multitud de más de 600 santaolalleros, con banderas y banda de música, salieron a recibirles. Caminaron por la carretera de Madrid hasta casi un kilómetro, en dirección a la localidad de Maqueda. Cuando el vehículo que transportaba a los políticos llegó hasta donde estaba la muchedumbre, se apearon sus ocupantes, entre vítores y aclamaciones, para dirigirse todos juntos de vuelta al centro de la villa donde estaba planificado un mitin que nunca llegó a celebrarse.
    El ruido de la música, los gritos de niños y mayores, las canciones y eslóganes electorales, impidieron oír el ronco ruido de un motor que se acercaba  y les embestiría por detrás. Una camioneta de transporte, cargada de pellejos con vino, “circulaba a una velocidad excesiva”, en opinión de abogado y testigo presencial de los hechos, Félix Sánchez Caro. El conductor se azaró con los gritos y en vez de pisar el freno, insistió con el acelerador. La máquina se detuvo cuando la inmovilizaron los cuerpos atropellados. El resultado fue de cuatro muertos y más de una veintena de heridos. En opinión del alcalde Manuel Arroyo, del presidente de la Sociedad Obrera “La Palanca” y de otras personalidades del pueblo que presenciaron los hechos, fue el exceso de velocidad la causa primera de la catástrofe, así como la poca luz natural existente a esas horas del  día.
          El ocupante Jacinto Martín manifestó que al llegar a una pequeña curva, advirtieron que habían arrollado a un grupo de personas. Intentaron abrir las puertas, pero una multitud se les echó encima con navajas, cornetas, banderas y todo tipo de objetos punzantes.
            El terror de la multitud fue indescriptible y “de pronto la indignación se acrecienta cuando se oyen voces de que aquello ha sido preparado por enemigos políticos de la localidad. Un grupo de exaltados se arrojó sobre el camión y después de sacar a su conductor lo acribillan a puñaladas...”, narraba el diario católico El Castellano.
          La Guardia civil condujo al conductor, agonizante, hasta una posada a la entrada del pueblo, donde falleció. También, uno de los acompañantes resultó gravemente herido. El tercero huyó campo a través y se entregó posteriormente a la Benemérita del puesto de Torrijos.
          Días después, el director general de Seguridad, el torrijeño señor Gallarza, manifestó a los periodistas que había recibido la visita del señor Sacristán. Le transmitió su preocupación por la excitación existente en el vecindario. Como se culpaba a ciertos vecinos de ser los inductores del desgraciado suceso, temía que se produjeran nuevos incidentes. Para clarificar la situación envió a tres de sus agentes a realizar una exhaustiva investigación. Se personaron en el hospital de Toledo para interrogar al ocupante de la camioneta, Jacinto Martín Cabra, confirmando la veracidad de que los hechos no fueron planificados. Éste tampoco conocía a los hipotéticos inductores, Julio Hierro Abad, Pedro Muñoz y Ernesto de la Vega. Las investigaciones concluyeron con la averiguación de que el señor Hierro se encontraba en Toledo el día que ocurrieron los hechos visitando a un hijo que allí tenía estudiando. Por su parte, el señor Muñoz se encontraba el día de autos en Madrid gestionando la apertura de una carnicería.
            El número de  heridos ascendió a casi una treintena, entre los que se encontraba Quintín Sacristán que fue trasladado a Madrid con lesiones en ambos muslos y perdida severa de piel. En el momento del atropello iba del brazo del alcalde de Toledo, y un empujón del santaolallero evitó otro posible herido en la persona del primer edil. Tanto el gobernador civil, señor Botella, como el presidente de la diputación, el médico torrijeño señor Fiscer hicieron acto de presencia. Nada más llegar ordenaron que el cadáver del conductor fuera trasladado al depósito judicial. Después se trasladaron al domicilio de la fallecida Primitiva López Alarcón, esforzándose en calmar al colérico padre de la joven que quería tomarse la justicia por su mano contra los supuestos implicados. Regresaron a Toledo de madrugada, una vez comprobado que los ánimos estaban más calmados.
         Tanto en Santa Olalla como en las poblaciones cercanas los ánimos estaban un poco soliviantados, por ello el alcalde Manuel Arroyo publicó el siguiente bando:

Que vistas las causas de la terrible desgracia, y llegados a mí los murmullos y versiones que circulan por mi querido pueblo, pido serenamente que ayuden a las autoridades a conservar el orden que tanto se quiere y desea. Se acaben de una vez los rencores que puedan existir. Ha llegado la hora de que todos, absolutamente todos, sin distinción de clases,  debemos evitar más desgracias. De no ser así, en días muy cercanos podrá ocurrir otra nueva. No creáis que nadie de este pueblo ha sido capaz de aconsejar un hecho tan lamentable como el ocurrido. Si el mitin anunciado se hubiera celebrado a su hora, 8 de la tarde, a las 10 h. hubiera terminado el acto, y lejos de donde ocurrieron los hechos, nada hubiera acontecido, pues sólo la fatalidad trajo esta desgracia. ¡Habitantes de Santa Olalla! Acudo a vosotros para que contribuyáis a socorrer a las víctimas con la iniciativa tomada por el digno gobernador de esta provincia. Os repito a todos, tranquilidad, unión y cordura. Santa Olalla a 23 de junio de 1931.

          Durante varios días Santa Olalla estuvo tomada por 32 guardias civiles comandados por dos tenientes. También vinieron agentes de la policía llegados de Madrid para esclarecer los hechos y averiguar la autoría de los individuos que mataron al conductor. El juez de Instrucción de Escalona, Eugenio Moro, se desplazó personalmente al lugar de los hechos para instruir diligencias y detener a los autores de la muerte del conductor, circunstancia esta que no se llegó a producir nunca.
    
____________
    1. Libro de actas del Ayuntamiento de Santa Olalla, sesión 20 de abril de 1931.
    2. El Castellano, 21 de abril 1931.
    3.- El Heraldo Toledano, número 4.177.
    4.- El Castellano, 21 mayo 1931

ALDEA EN CABO. HISTORIA ORAL.

Julia Jiménez Prieto



Aldea en Cabo. Testimonio de Julia Jiménez Prieto(1926-     ).


    Recuerdo una infancia feliz en este bonito pueblo, con verdes montes y traslúcidas aguas en sus arroyos, donde conocí a mi marido: Basiliso. Este llegó a Aldea en Cabo a ejercer su profesión de practicante y aquí nos casamos. Celebramos el matrimonio con mucha devoción, por que somos muy católicos. Era costumbre que el desposado regalara, públicamente, algún presente a su prometida anunciándolo de esta manera: “¡A la novia la bailo, una fanega de trigo!; “o un cerdo, o una vaca etc”. Los invitados nos cantaron la canción típica en estas ocasiones: "Qué contenta está la novia// porque tiene casa nueva//más contento estará el novio//porque va a dormir con ella".
    Al escritor Jacinto Benavente le gustaba venir mucho por Aldea en Cabo y aún se conserva, casi abandonado y en mal estado, el caserón  donde pasaba largas temporadas: “Villa Rosario”, nombre de su hija adoptiva. De la paternidad de esta niña, que luego fue la heredera universal de la extensa fortuna de don Jacinto, y la vida amorosa del Nóbel de literatura, prefiero no hablar porque soy muy respetuosa con la vida íntima de los demás.
    Esta residencia estaba siempre tupida como un vergel, sembrada de lilas y claveles que la adornaban. En ella escribió obras tan importantes como La Malquerida, Intereses Creados y Señora Ama. Muchos de los personajes de estos libros, como mi abuelo Agustín Prieto, eran vecinos del pueblo conocidos por todos.
    Era don Jacinto persona generosa y dadivosa. Fue invitado a algunas de las bodas que tuvieron lugar en Aldea en Cabo, entre ellas la de mi madre. En todas y cada una de ellas su dádiva era una moneda de veinticinco pesetas. Al final del banquete siempre se cantaban coplas y, en una de ellas, los invitados pidieron a don Jacinto que cantara. Él trató de excusarse diciendo que no sabía cantar, pero los aldeanos reiteraban de tal forma su insistencia que por fin don Jacinto cantó una canción cuya letra me contó mi madre, pero no recuerdo ahora porque es un poco grosera.

Jacinto Benavente.

sábado, 11 de enero de 2014

ALMOROX. PUENTE ROMANO.

 Este puente romano en Almorox puede tener casi dos mil años de antigüedad.
Puente de Barguillas, a tan solo dos kilómetros de Almorox.




Arroyo Tabalón a su paso por el puente romano de Almorox.




            EL PUENTE DE ALMOROX, UNO DE LOS RESTOS MÁS ANTIGUOS DE LA HISPANIA ROMANA EN LA COMARCA DE TORRIJOS.- 



          Los restos conservados de la cultura romana, como el Puente de Barguillas, también llamado de Anibal, hacen suponer que la fundación de Almorox data de esa época. Incluso, hay cronistas que se aventuran a fijar dicha fecha en la Carpetanía pre-romana. Continuará...

viernes, 10 de enero de 2014

MAQUEDA. IMÁGENES COMPARATIVAS.

Vista parcial de Maqueda, primeros años de la posguerra.
Comparativa, enero 2014.




MAQUEDA EN EL AÑO 1922.

Fotografía publicada en la Revista de Arte, Toledo. Año VII, nº 187, septiembre 1922. Archivo Rodríguez



MAQUEDA EN EL AÑO 1922.-


        Ya en una publicación de la Revista de Arte del año 1922 se decía: " Maqueda no es hoy más que un montón de ruinas. Sus antiguos y extensos solares de casas hidalgas, de conventos e iglesias, se han convertido en campo de cultivo. Sus cuatro parroquias se refundieron en una sola, en la de Santa María de los Alcázares, emplazada sobre las murallas, rodeada de arcos de herradura y ojiva equilátera, y de muros desmoronados. No ha quedado en pie más que la Torre de la Vela y el noble rollo, timbre de pasada grandeza, coronado por cuatro leones, el escudo de los Cárdenas y rematado por una artística cruz de hierro( por cierto torcida)". Y terminaba recordando como Maqueda perteneció al maestrazgo de Diego de Padilla hasta que los Reyes Católicos se la dieron con el título de Duque a don Diego de Cárdenas, en recompensa a los grandes servicios de su padre don Gutierre.



Puerta del Castillo, también publicada en dicha revista. Archivo Rodríguez.


Restos del recinto fortificado en 1922. Archivo Rodríguez.



Copias de la publicación que estamos comentando.






MAQUEDA EN EL AÑO 1878.


        En la página 98 de la Revista Arquitectura, decía textualmente: " Y de las iglesias de estilo mudejar de Maqueda, ¿ qué nos queda? Y de tantos restos romanos y árabes como atesoraba el pueblo ¿qué se ha hecho? Todo ha desaparecido, se ha roto, mutilado ó dustruido, y ya que de este pueblo tratamos, permítaseme una disgresión. Conserva dos momumentos de distintas épocas, uno de los cuales manifiesta la inmensa importancia que en tiempo de la denominacion romana tenía, pues se encuentran en la población y fuera de ella restos de una vía romana que, partiendo de Toledo debía conducir a Ávila o Salamanca, y próxima a ella existe un pedestal de mármol con su zócalo y cornisa, teniendo en uan de sus caras grabada una inscripción funeraria, copiada por varios escritores de España, y últimanente reproducida por el alemán Hübner, en su Corpus unscriptiorum latinarum.
    



Página 98 de la Revista Arquitectura del año 1878.

miércoles, 8 de enero de 2014

TOLEDO. IMÁGENES COMPARATIVAS.

Plaza de Zocodover de Toledo, hacia 1944. Archivo Rodríguez.



Imagen comparativa de enero de 2014.




         En el mes de octubre de 1939, recién acabada la guerra, se acometió la obra en la reconstrucción de la ciudad. Durante los primeros nueve años se trabajó en la plaza de Zocodover, Gobierno Civil, Arco de la Sangre y viviendas de la Cuesta del Alcázar. La mayoría de los proyectos fueron elaborados por los arquitectos Arístides Fernández Vallespín, Eduardo Lagarde y Eduardo Olasagasti.





Plaza de Zocodover de Toledo en 1936.

TOLEDO. IMÁGENES COMPARATIVAS.


Plaza de Zocodover, hacia 1932. Archivo Rodríguez



Comparativa actual, enero 2014.

martes, 7 de enero de 2014

SANTA OLALLA. TESTIMONIO DE ALEJANDRO ARROYO PÉREZ.

Alejandro Arroyo.



Testimonio de Alejandro Arroyo Pérez (1921-1999)



             Mi padre, Manuel Arroyo, fue el primer alcalde republicano de Santa Olalla en 1931: cuando llegó la república todos se tuvieron que aclimatar al nuevo régimen y mi padre fue uno de tantos. Se afilió a un partido moderado de izquierdas para poder gobernar el Ayuntamiento, con la ayuda de la familia Sacristán: Quintín Sacristán y él eran muy amigos al inicio del nuevo régimen, pero luego se fueron alejando por  discrepancias económicas surgidas en la compra conjunta de la finca Salamanquilla y que no quiero desvelar aquí.
      Quintín Sacristán y Manuel Arroyo,  desde el mismo partido de izquierdas, revolucionaron el pueblo de Santa Olalla en los primeros meses de república: enfrente, como enemigos políticos, la familia Hierro y el líder del PSOE, Lorenzo Navarro (último alcalde en 1936). Pero quien se “comía todos los marrones era mi padre”. Cuando estalló la guerra mi progenitor fue juzgado por los tribunales militares franquistas, al mismo tiempo que Quintín, su socio y amigo, se marchaba a Portugal huyendo de las milicias republicanas.
     Mi padre siempre recordó la mala suerte que tuvo. Sin apenas tiempo de haberse proclamado alcalde, el día 20 de junio de 1931, ocurrieron unos sucesos bajo su mandato que le marcaron para siempre, aunque no tuviera culpa alguna.  Una camioneta de transporte, cargada de pellejos con vino, “circulaba a una velocidad excesiva”, embistió accidentalemte contra una manifestación pacífica con más de 600 vecinos. Los hechos trascendieron a la prensa nacional porque los manifestantes mataron a golpes al conductor del vehículo y hubo muchos heridos. Entre tanta confusión, en los primeros momentos se pensó que había sido un atentado provocado por las fuerzas monárquicas de la villa, es decir, por la familia Hierro. Y en pocas horas que comprobó que fue un accidente de tráfico más.
         Y después de terminar la guerra sufrió varios años de cárcel, hasta 1944, sin saber el motivo, cuando los que ganaron la guerra conocían con certeza que mi padre dejó la política activa en el año 1934 e hizo campaña en contra del Frente Popular en la elecciones de febrero de 1936. Pero en nuestra  familia todos sabíamos que nuestra propia tía lejana, Piedad Hierro Arroyo, fue la encargada de interponer la primera denuncia contra mi padre: llevaban años de disputas familiares por unas fincas. Ocurría que habían asesinado injustamente a muchos miembros de la familia Hierro y la palabra de un familar de "caido" se hacía valer mucho ante los tribunales.

lunes, 6 de enero de 2014

ALMOROX-CENICIENTOS. EL ENIGMA DE PIEDRA ESCRITA.

Dos figuras humanas aparacen en el monolito, Siscinio y su esposa, dando gracias a la diosa Diana por un buen parto o por los hijos tenidos. Fotografía tomada en enero de 2014.




Enero de 2014.



          EL ENIGMA DE PIEDRA ESCRITA.-



          El misterio de Piedra Escrita, en la frontera del término de Almorox-Cenicientos, ya es historia. La profesora titular de Arqueología de la Universidad Autnónoma de Madrid, Alicia Canto, lo desentrañó en el año 1995. Hasta esta fecha nadie daba explicación a las enigmáticas inscripciones de este monolito de piedra.
          Esta especialista en epigrafía (ciencia que estudia las inscripciones) descubrió que se trata de una capilla romana levantada en alabanza a la diosa Diana. Numerosos expertos españoles y extranjeros lo habían estudiado antes sin éxito porque alguien manipuló la inscripción romana y medio borrado sus letras: A L S SISC Q DUANAE. Lo que significa " Sisscinio Q cumplió su promesa de buen grado con Diana". Es decir, un tal Siscinio había levantado una capilla a la diosa Diana para darle gracias por algo. Por tanto, es época romana y debe estar dentro del siglo II d. C. (1)


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(1) Archivo, El País, 22 de diciembre de 1995.

MAQUEDA. TORRE DE LA VELA.

Torre de la Vela en Maqueda, año 1967. Postal  F.I.T.E.R.




Comparativa actual, enero 2014.




            LA TORRE DE LA VELA ES UN RESTO DE LA ANTIGUA FORTALEZA. ESTA ATALAYA FORMABA PARTE DEL RECINTO AMURALLADO DE MAQUEDA. EN LA ACTUALIDAD SE ENCUENTRA AISLADA PERO EN BUEN ESTADO DE CONSERVACIÓN, COMPARADA CON LAS IMÁGENES DE LA REVISTA "LA ESFERA" DEL AÑO 1916.

Torre de la Vela.

Estado actual de La Torre de la Vela.



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LA TORRE DE LA VELA EN 1916

 

    La Torre de la Vela en el año 1916, según la revista Esfera. Enlace facilitado por Robero Félix García. PINCHAR AQUÍ.

Así describía la revista Esfera a Maqueda en el año 1916: " La localidad, hoy reducida a un humilde caserío, conserva restos de su esplendor medieval, tales como el rollo, algunas fantásticas ruinas y la gallarda torre que debió formar parte de la muralla y que aún se mantiene en pié, románticamente aislada e íntegra en sus detalles, como ejemplo admirable de la arquitectura mudéjar".

viernes, 3 de enero de 2014

GERINDOTE. COMPARATIVAS.

Plaza de Gerindote, en la fachada del caserón de "doña Jacoba", hacia 1970.


Imagen comparatiav en la actualidad, marzo 2014.

miércoles, 1 de enero de 2014

PUEBLA DE MONTALBÁN. IMÁGENES COMPARATIVAS.

Como se puede leer en esta postal circulada de Hauser y Menet de 1927, la imagen corresponde a la Portada del Palacio de los Condes, actualmente de los Duques de Osuna.





Imagen comparativa actual de diciembre de 2013.

PUEBLA DE MONTALBÁN. COMPARATIVAS

En este año 1963 la calle se llamaba José Antonio. Postal Laboratorios "Alberto"

Comparativa de diciembre 2013. Hoy se llama calle Tendezuelas. La Puebla aventaja a  la mayoría de los pueblos de la comarca, en prudencia y moderación en la preservación de su patrimonio.

Texto de Juan José Fernández Delgado. La Puebla de Montalbán, de antiguo y oscuro linaje. Revista Crónicas, nº 27, de julio de 2013.

          " También La Puebla, La Puebla de Montalbán, se entregó en cuerpo y alma, sonriente y despreocupada como doncella núbil, a la operación de acoso y derribo de la albañilería de los años sesenta, operación que continúa en la actualidad para pasmo de unos, incredulidad de otros, indeferencia de muchos e indignación sólo de unos cuantos....///
          ¿ Qué de la casa que Pedro Castro levantara en su día con amor en la calle del Caño hasta llegar a ser la más espaciosa de toda La Puebla? ¿ Qué del primer baile de organillo que rumboso sonaba en la calle de los Alfares? ¿ Y de la sinagopga vecina en esta misma calle? ¿ Y de la otra que no estaría lejos de los "baños"? ¿ Y de los baños mismos que habrían - forzosamente -de limpiar los cuerpos y aun las almas de muchos pueblanos en la calle de su nombre? Y de los coquetos balconcillos y típicos aleros de los tejados, y de los soportales, y columnas que recorrían y sombreaban los brazos de la plaza, ¿qué fue "dellos"? ¿ Y de la cvasita decimonónica que se acurrucaba al cobijo de la ermita de la Soledad? ¿ Y del teatro de la calle Aduana? El barrio judio, símbolo que fue de convivencia pacífica antes y de intransigencia y de sufrimiento luego, ¿dónde está?...///  Continuará...

RIELVES. ESPAÑOLES EN LA DIVISIÓN AZUL FUSILARON EN RUSIA A UN COMPATRIOTA NATURAL DE RIELVES.


El general Esteban-Infantes (derecha), jefe de la División Azul, con altos mandos militares alemanes en febrero de 1943.

UN TRISTE FINAL PARA UN VECINO DE RIELVES QUE MURIÓ FUSILADO EN RUSIA POR SUS PROPIOS COMPATRIOTAS. 


                En el año 2011 la prensa española publicó una noticia, acerca de un vecino de Rielves, que titulaba así: " Españoles de la División Azul fusilaron en Rusia a un compatriota".
                La historia de Salvador Lorente Gómez de Agüero, natural de Rielves, es muy triste. Le juzgaron en enero de 1942 en Leningrado por hechos políticos ocurridos en Madrid tras la rebelión militar del 18 de julio de 1936: se sumó a las milicias para defender la República que había sido amenzada con el golpe militar.
            Al terminar la Guerra Civil Española, en la que participó activamente  luchando en el bando republicano en el frente de Extemadura, acabó huyendo a Argelia. Luego Lorente pudo pasar a Francia y de allí embarcó con destino a la Unión Soviética hacia el año1940.
                   A sus 39 años, este rielveño tuvo el coraje de apuntarse a una unidad de guerrilleros que fueron lanzados desde un avión en paracaidas a la retaguardia alemana para efectuar operaciones de sabotaje. Pero pisó una mina y, tras la amputación de una pierna, fue hecho prisionero por el ejército nazi.
                   Pero a algún oficial alemán se le ocurrió al idea de enviarle a la División Azul: "Si Lorente era español, que se encarguen sus compatriotas de él", se diría. Y  los mandos españoles decidieron juzgar al maltrecho y sorprendido conciudadano que esparaba ser enjuiciado por los daños causados a la retaguardia alemana y no por su justificada rebelación ante el golpe militar de Franco.
                     A Salvador Lorente le fusilan el 11 de enero de 1942, dos días después de celebrase el juicio militar en Mestelewo, mientras los cañones soviéticos aplastaban a las tropas españolas en Krasni Bor, a pocos kilómetros de distancia.(1) (2) (3)

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(1). El País, 20-03-2011.
(2) Este microrelato ha sido escrito por sugerencia del investigador huecano Roberto Félix García.
(3) A finales de diciembre de 2013 fue consultado el Archivo Militar Histócio de Defensa y no aparece ningún consejo de guerra seguido contra Salvador Lorente al finalizar la guerra civil. Por ello, llegamos a la conclusión de que el tribunal que le juzgó en la Unión Soviética carecía de medios probatorios y fue condenado en base a la simple declaración de algún testigo.