Este blog nace para contar la historia de los pueblos de la comarca de Torrijos a través de imágenes y microrelatos.

sábado, 15 de junio de 2019

ARCICOLLAR EN LA SEGUNDA REPÚBLICA.






El 7 de abril de 1932,  Arcicollar fue noticia de primera página de la prensa provincial con un suceso anunciado así: “En una reunión de patronos y obreros, que negociaban las bases de trabajo, uno de aquellos dispara inopinadamente sobre un grupo y deja heridas a tres personas, entre ellas el alcalde de la localidad y su hermano”.
La explicación a este suceso debemos buscarla en el inició de la Reforma Agraria, con la entrada en vigor de la Ley de Términos municipales y la de Jurados mixtos, impulsada por Largo Caballero. Ahora, los patronos ya no podían campear a sus anchas como en la Dictadura de Primo de Rivera, pues tenían que sentarse a negociar las condiciones laborales con los sindicatos agrarios.
 Ocurrió que en la terminación de una de estas asambleas, en la puerta del Ayuntamiento, en presencia del delegado gubernativo, los participantes salieron a la calle y uno de los propietarios, Martín López Agudo, se alarmó al ver a un nutrido grupo de obreros esperando el resultado de las negociaciones. Este requirió al alcalde que garantizase su seguridad personal y la de sus compañeros. El primer edil aceptó y requirió al público, con su bastón de mando en mano, para que se disolviese la multitud entre las que se encontraban mujeres y niños.  Mientras tanto, el señor López Agudo, excitado, volvió al Consistorio, donde aún se encontraba el presidente de la Patronal, con el que dialogó unos momentos. Acto seguido, empuñando una pistola, salió a la calle para hacer fuego contra las personas que aún quedaban en la puerta. De manera inmediata llegó al Guardia Civil que realizó varios disparos al aire para acabar de dispersan a los manifestantes.
El alcalde, Eugenio Pantoja Moreno, con herida de bala en el muslo,  su hermano Félix, con fractura del fémur por orificio de bala, y el cuñado de ambos, Gervasio Sánchez Sánchez, presidente de la Sociedad Obrera, con fractura de tibia, fueron trasladados a Toledo. Este último quedó ligeramente cojo para toda su vida. Sin embargo, la versión que la esposa del agresor, Emilia Agudo López, daba a los Tribunales Militares que juzgaron a los tres heridos al acabar la guerra fue muy diferente: “Mi marido hizo uso de la pistola en legítima defensa, dejando cojo a Gervasio. Pero después fue objeto de continuas amenazas hasta que, una vez estallada la guerra, fue asesinado por aquel”. Sin embargo, según la prensa católica no existió defensa propia alguna por parte del autor de los disparos del que afirmó estar “afiliado a un partido radical”. Para el periódico “El Castellano”, el culpable debió actuar con mayor serenidad, como lo hizo el delegado gubernativo y demás autoridades presentes, a pesar de que la multitud estuviera crispada. (1)
(1) Periódico “El Castellano”, nº 7.154 y 7.155, jueves y viernes, 7 y 8 de abril de 1932.

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