Este blog nace para contar la historia de los pueblos de la comarca de Torrijos a través de imágenes y microrelatos.

lunes, 17 de julio de 2017

SANTA OLALLA ANTE EL 18 DE JULIO


Escaramuza de algunos milicianos  junto a la Iglesia de San Pedro, en Santa Olalla.  Verano de 1936. Imagen cedida
por Roberto Félix.


SUBLEVACIÓN MILITAR Y REVOLUCIÓN POPULAR.



El golpe militar fracasó en algunos sitios y triunfó en otros, dividendo al país. La gran paradoja consistió en que el levantamiento militar, que supuestamente pretendía evitar una revolución en ciernes, lo que hizo realmente fue provocarla. Por ello, en aquel verano del 1936, la revolución desató en la retaguardia (y Santa Olalla estaba en esa zona) una represión indiscriminada sobre personas sospechosas de colaborar con los rebeldes o simplemente de simpatizantes de derechas, entre los que se incluyó el clero. Otros muchos asesinatos no tuvieron motivación política y fueron simples ajustes de cuentas particulares, como el perpetrado contra Juan Sánchez, El Panadero, a manos de Eugenio Collado.
Aunque semanas atrás el gobernador había ordenado la retirada de armamento de toda la provincia, "el 18 de julio de 1936 había en Santa Olalla 45 derechistas con armas, pero la izquierda tomó el poder”, según refería la propia Causa General. La orden de embargo de armamento fue dada por el alcalde Lorenzo Navarro a dos miembros del Comité: Bartolomé Rayón Montoro y Timoteo Recio, quienes requisaron varias pistolas y bastante munición, así como un rifle a Luís Hierro Hierro antes de su huida de la villa. Pero la casi totalidad del material no pudo ser requisado porque fue soterrado previamente en el corral de José Vélez. (1)
Esta circunstancia de no apoyar a la rebelión fue común en toda la comarca, a excepción de La Torre de Esteban de Hambrán donde un nutrido grupo de vecinos se amotinaron en torno a su líder, Juan Aguado, jefe de Falange, que tenía armamento escondido para tal fin.
En Santa Olalla, las familias Hierro, Vélez, Sánchez de Rivera o Salamanca, únicas que podían haber optado por la misma vía utilizada en La Torre, prefirieron la sumisión o la huida inmediata de la villa, como el caso de Ángel Gómez de Agüero Vélez, afiliado a Falange, que escapó atemorizado hasta Talavera de la Reina donde sería asesinado por convecinos que se desplazaron hasta la ciudad de la cerámica para tal fin. De igual manera, Pedro Hierro Hierro, el hombre más buscado, desapareció el mismo día 18 de julio con dirección hacia La Adrada (Ávila), donde permaneció unos días para después refugiarse en Madrid. Aunque semanas después sería detenido y conducido a la prisión de Alicante donde permanecería hasta su fuga en 1938. Volvió a la capital de España y aquí permaneció escondido, hasta que finalizó la contienda, gracias a la ayuda que le prestó un obrero del campo que trabajó en sus fincas durante más de 12 años, Alfonso Benayas Aguilar. Este fiel servidor llevaba comida todos los días, sin ser visto, al escondite donde estaba su antiguo patrono en la capital. Pero años después, al acabar la contienda, la familia Hierro devolvió el favor a su leal empleado juzgado por los tribunales militares por su condición de miembro de la Sociedad Obrera La Palanca y haber participado en huelgas y manifestaciones. Los informes y avales de Pedro Hierro fueron suficientes para que, en 1943, el tribunal militar ordenara sobreseer sin cargos la causa seguida contra Alfonso Benayas. (2)
Los elementos conservadores no se arriesgaron a secundar el levantamiento porque sabían que no tendrían el apoyo de una población, en su mayoría de izquierdas y que votó al PSOE en las últimas elecciones generales celebradas en febrero. Santa Olalla se había quedado sin Guardia Civil que pudiera impedir tales atropellos. Éste fue el alto precio que se pagó para que triunfara la sublevación en la Ciudad Imperial ya que el orden público en los pueblos quedó a merced de los Comités del Frente Popular.

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(1) (2) Morales Gutiérrez, Juan Antonio; La Segunda República y Guerra Civil en Santa Olalla; Editorial Ledoria; Toledo 2016.


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