Frente de Maqueda. Artillería nacional haciendo fuego contra el castillo de Maqueda(TOLEDO). Esta imagen fue portada del ABC sevillano de fecha 30´09-1936. Foto Serrano |
LLEGADA DE LAS TROPAS NACIONALES A SANTA OLALLA EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 1936.
La localidad de Santa
Olalla quedó casi desierta de habitantes. La mayoría habían emigrado para nunca
más volver, sobre todo los que ostentaron algún cargo público o habían
participado indirectamente en algún delito de sangre. Otros, incluso de
ideología conservadora, simplemente se marcharon ante el temor a los aguerridos
moros. Según La Causa General, de 3.078 habitantes que había censados, sólo
quedaron 400 para recibir a las tropas nacionales. A ello contribuyó el
desánimo de todos los vecinos, de ambas
ideologías, cuando se enteraron de lo ocurrido días atrás en El Casar de
Escalona.
En la retina de
aquellas personas que recibieron a las tropas de Yagüe, aquel 20 de septiembre,
ha quedado grabado el montón de ruinas a que quedaron reducidas las casas del
pueblo, fruto de la batalla aérea librada por aquellas fechas.(11)
No hubo
fusilamiento o represión inmediata como sucedió en otros pueblos. En Santa
Olalla, a pesar de los asesinatos ocurridos semanas atrás, los aguerridos moros no tuvieron con quien saciar sus ansias
de venganza, un poco aplacadas ya por los sucesos ocurridos el día antes en El
Casar de Escalona. Excepción hecha de una decena de milicianos de la localidad
de Belvís de la Jara que pasaban en camión por allí, saludando puño en alto,
camino de Madrid. Ignoraban que el pueblo había sido ocupado ese mismo día. El
error de los recién llegados les costaría la vida.
Corresponsales de guerra y periodistas extranjeros acompañaban a
las columnas africanas. Uno de ellos, John T. Whitaquer, se ganó la confianza
de Yagüe, quien le ayudó a sortear los rígidos controles impuestos a la mayoría
de los corresponsales de países democráticos. Solo les permitían llegar al
frente una vez concluida la batalla y siempre escoltados por el jefe de prensa
de Franco. Pero este redactor debió transmitir por error una noticia equivocada
que el prestigioso escritor, Paul Preston ha transcrito en su libro El holocausto español:
Nunca olvidaré el momento
en que presencié la ejecución en masa de los prisioneros. Me encontraba en la
calle Mayor de Santa Olalla cuando llegaron siete camiones cargados de
milicianos. Los hicieron bajar y los amontonaron como a un rebaño. Tenían ese
aspecto apático, exhausto y derrotado de los soldados que ya no pueden resistir
por más tiempo el vapuleo de las bombas alemanas. La mayoría de ellos llevaba
en las manos una toalla o una camisa sucia: las banderas blancas con las que
señalaban su rendición. Dos oficiales de Franco les ofrecieron cigarrillos y
algunos prisioneros se echaron a reír como niños acobardados al fumar su primer
cigarro en varias semanas. De repente, un oficial me agarró del brazo y me
dijo: "Es hora de marcharse de aquí". Frente a los amontonados prisioneros, unos 600 hombres, unos Regulares
empezaron a montar sus ametralladoras. Los prisioneros los vieron igual que los
vi yo. Temblaron al unísono cuando los que estaban en primera fila, enmudecidos
por el pánico, retrocedieron, pálidos y con los ojos desorbitados,
aterrorizados.(12)
Pero esta información no
es correcta. Las únicas atrocidades que se recuerdan en Santa Olalla son las ya citadas de El Casar de
Escalona, donde el número de muertos en el campo de batalla sí pudo aproximarse
a esa cifra de 600 republicanos. Alguien, Preston o Whitaker, debió confundir
la localidad y la forma en que ocurrieron los hechos. En la comarca de Torrijos
no se tiene constancia de una masacre en masa de esa magnitud.
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