Sede de Falange en la plaza de Zocodover de Toledo. Archivo Rodríguez. |
¿ Qué ocurría en nuestra comarca en los últimos meses de 1936? Los
falangistas canarios en la comarca de Torrijos.
La Falange en Canarias cumplirá un papel muy
importante en la comarca de Torrijos dentro de los primeros meses de la guerra.
En las islas, cientos de jóvenes falangistas van a ser
encuadrados militarmente y nacerá el Batallón de Voluntarios Canarios. Los
militares rebeldes ven a estos como la fuerza de choque civil adecuada para
afrontar las tareas de represión en la retaguardia de los pueblos de nuestras
comarca “liberados” por los nacionales.
El Jefe de la
milicia falangista, el Teniente Larrea, los convocó el día 18 de agosto de
1936, en la calle Buenos Aires nº 35 de Las Palmas(Diario Acción, 19/08/36). Los grupos más numerosos procederán de
la capital de la isla y de Arucas, al mando de su alcalde interino Antonio
Millán Rodríguez.
El mismo día de la partida
de los expedicionarios canarios, el Comandante Militar de Gran Canaria añade un
incentivo importante para los que marchan al frente, reservándoles el destino,
empleo y puestos de trabajo que ostentan y la obligación de sus patronos de
abonar a sus familias sueldos y jornales. (Adición al Bando, firmado por José
Cáceres, Comandante Militar de Gran Canaria en Acción, 7/9/36).
La tarde de sábado, 5 de
septiembre de 1936, se embarcaron en el vapor Dómine con dirección a Vigo, para
posteriormente viajar a Cáceres en tren. La toma de Talavera se verifica el día
3 de septiembre, nueve días antes de la llegada de las milicias canarias. A la
ciudad de la cerámica llegan el día 12 de septiembre y allí les espera un
destino distinto al que ellos creían: el trabajo en la retaguardia y no el de
luchar en el frente.
Una vez llegados a
Talavera instalan allí su cuartel general, supeditados a las órdenes del mando
central militar, que pronto les anuncia la tarea que tienen reservada: la
limpieza en la retaguardia.
El rápido avance de las
columnas rebeldes del general Yagüe hacia Toledo exigía destinar efectivos para eliminar a los elementos que pudieran ser
sospechosos de acciones republicanas. Se trataba de extirpar de raíz todos los
hipotéticos peligros para el "Nuevo Orden".
Recorrían los pequeños pueblos existentes a
ambos lados de la carretera de Extremadura, siendo su primera incursión la del
día 17 de septiembre de 1936, cuando la 1ª centuria de Arucas, al mando de
Jiménez y Millán, ocupan Garciotum. Esa misma jornada toman Lucillos y a la
siguiente Otero, Escalona y El Bravo.
A lo largo de un mes,
entre mediados de septiembre y octubre, apenas van a moverse de sus posiciones
entre Talavera y Toledo: El Casar, Los Cerralbos, Cebolla, Erustes, Hormigos,
Gerindote, Torrijos, La Puebla. Agrupados en centurias, escuadras y falanges,
los canarios, apenas tienen que pegar un tiro para tomar los pueblos citados.
Así, una carta escrita por el falangista de San Mateo, Jerónimo Ojeda Martínez,
publicada en fecha 15-11-36 en el periódico canario Hoy, dice lo siguiente:
“ Hemos visto periódicos
de las islas en los que nos ponen como grandes héroes y…todavía los canarios
hemos dado muy pocos tiros, ya que no hemos intervenido en acciones de
envergadura, aunque creo que pronto nos emplearemos a fondo”
El cuartel general de los
canarios permanece en Talavera, con posiciones fijas en Cazalegas y El
Casar, y desde allí se organizan los
relevos. Respondía a una estrategia de proteger la carretera de
Extremadura como camino de penetración de las tropas hacia Madrid. Otra de las
vías a cuidar hacia la capital era la línea férrea Talavera-Madrid, por ello
vigilan con especial esmero las localidades de Erustes, Mesegar, Montearagón y Torrijos.
El fenómeno represivo
sobre la disidencia es un elemento central en la estrategia del golpe militar.
Tal y como escribía Mola en su famosa Instrucción Reservada nº 1, “ la acción
ha de ser en extremo violenta, para reducir los antes posible al enemigo”. Es
lógico pensar que los mandos militares de la columna Yagüe impartieran
instrucciones claras acerca del cometido a desempeñar por los canarios.
En algunas de las cartas y escritos, en muchos
casos publicados por la prensa grancanaria, los protagonistas explican los
objetivos que tienen que cumplir con toda claridad: “Ya muy pronto terminará
esta guerra de destrucción; hay que ir limpiando y conquistando palmo a palmo…”
dice el falangista Antonio Martín Vera en una carta emitida a su hermana María
y publicada en el periódico ( Hoy, 16/10/36, pág. 3). También el capellán
Nicolás Peña se refiere, en una de sus cartas, “al daño moral y mala semilla sembrada
por los rojos y que no hay más remedio que desterrar, cueste lo que cueste”*(
Acción, 24/10/36, p. 9). Otro falangista lo dice más claro: “ Aquí nosotros
únicamente estamos en operación de limpieza, tal como tomar pueblecitos donde
aún quede algún vestigio de semilla roja, nombrar autoridades, reponer la
bandera, crear comités de Falanges, etcétera, etc.*( Carta de un falangista
publicada en Acción, 16/10/36, pág. 3).
En la crónica del
periódico canario Hoy, Luís Real escribe las carta que recibe de Toledo:
“…cuando salimos de Canarias éramos tímidos, apocados, indecisos,..” en cambio
“…ahora somos hombres…”,”…circula por todos nosotros un fuego extraño que nos
excita y nos mantiene con un coraje hasta ahora desconocido…”. “…aunque nunca
he tenido miedo, no me podría imaginar que a los 25 años tuviera en mi haber
cincuenta y nueve mareos, ¿entiendes?...”.*(Hoy, 19/9/36, Luís del Real publica
la carta del falangista José I. Ojeda)
Este falangista canario,
José I. Ojeda, jefe local de San Mateo, revela en sus cartas la evolución de su
psicología asesina. El 23 de octubre de 1936 tiene 25 años y ya tiene en su
haber lo que él llama 59 “mareos”. También dice que fue el encargado de la
“limpieza” de Talavera. “Mareó”, además, al Comandante Militar de Santa Cruz
del Retamar, después de la limpieza llevada a cabo el 6 de octubre. De a
localidad de Rielves, villa de la que era Comandante Militar al momento de
escribir la carta, dice que “ siempre me tendré que acordar, aunque no quiera,
y el pueblo de mí, pues lo he limpiado de abisinios. Pero hay otras cartas en
las que cuenta otras “hazañas”. Por ejemplo, en Burujón ha estado “ pelando
mujeres, mareando fulanos y haciendo labor patriótica”( Carta de José I. Ojeda
A Sebastián Jiménez Sánchez, de 16-12-36, en Museo Canario, Archivo Sebastián
Jiménez Sánchez, 58,6,16).
Un elemento central en la
justificación de las acciones de los milicianos canarios es no dejar con vida a
personas que pudieran obstaculizar el avance militar. Pero lo que encuentran
los falangistas canarios a su llegada a los pueblos, en aquel septiembre de
1936, es una población atemorizada que no ofrece resistencia. La mayoría de los
milicianos republicanos y líderes frentepopulistas locales, o miembros de los
Comités implicados en delitos de sangre,
se encaparon a zona republicana. Sin embargo, en Mesegar, según una carta de un
falangista publicada en el diario Acción(16-10-36), afirma: “..pudimos detener
a casi todos los dirigentes del Comité Rojo, pues los otros habían salido
pitando días antes de nuestra entrada en el pueblo..”.
Muchas crónicas y cartas
publicadas hacen referencia en lo que se
encuentran en los pueblos de la comarca de Torrijos que van ocupando y a la
represión republicana de días atrás. Así, por ejemplo dicen que en Calera más
del 75% del pueblo está de luto por los asesinatos de los “rojos”, que huyeron
de la localidad antes de la toma de la misma.*(Carta de Lucas y Tomás
Arencibia, en Acción, 13/10/36). Que en Domingo Pérez los frentepopulistas
mataron a la familia Olmedo y a otros. Así, el propio capellán de los
expedicionarios dice “…que en todos los pueblos ocupados no queda ni un solo
sacerdote, todos han sido asesinado de la manera más vil y salvaje…”, para
después aludir a los “…destrozos de iglesias, asaltos a casas, ganados robados,
graneros deshechos…”.
Sin embargo, en El Casar
de Escalona fusilan a 10 personas, entre ellas chicas y chicos de 14 años,
porque(según el cronista) les estaban disparando. *(Crónica de Luís del Real en
Hoy, 19/9/36).
La detención de vecinos
calificados como rojos sólo puede deberse a una tarea de investigación y
denuncias. Así, la crónica de Luis del Real(Hoy, 17-10-36,pp. 1 a 8) cuenta la
historia de un personaje misterioso llamado Arana, al que llama el “agente”,
que se encargaba de dicha tareas de indagación. Así, en Hormigos, a mediados de
octubre, los falangistas de Arucas ocuparon el pueblo en el que se habían
refugiado republicanos huidos de otras poblaciones. Después del consejo de
guerra en el que intervino el agente Arana, la crónica concluye con un escueto
“Ahora todo está tranquilo”, con lo que podemos hacernos una idea del destino
de los prisioneros.
Pero las labores de los
falangistas no se limitaban a la vigilancia y limpieza de la retaguardia, sino
que también hacen las labores de los sepultureros. En Escalona, enterraron a
los “rojos” muerto en el combate.(Crónica de Luís del Real, en Hoy, 17-10-36).
En esta misma crónica se da cuenta de la captura de un tal “Churro”, que
considera “un cabecilla de los más grandes de la localidad de Calera. Le dieron
un culatazo mientras intentaba huir y lo llevaron al pueblo en mula donde le
debieron ejecutar ya que la carta termina: “ Pues así hemos limpiado el
pueblo”.(1)
__________
(1) CANTERO MILLARES, Sergio. Los Falangistas canarios en el frente de Toledo, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, pág 22 ss.
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