¿ QUE OCURRIÓ EN TORRIJOS AQUEL 18 DE JULIO DE 1936?
Y llegó el día que todos esperaban. Aquel 18 de julio de 1936 era sábado y el calor sofocante se abatía sobre Torrijos. Ese día 18 de julio, como en todas las localidades toledanas, ante la ausencia de Guardia Civil por estar en vías reclusión en el Alcázar, el poder siguió momentáneamente en manos del Ayuntamiento. Pero el alcalde, Agustín Ribera Cebolla, de forma inesperada viajó a Madrid para entrevistarse con dirigentes de su partido, Izquierda Republicana. Su compañero de formación política, también médico como aquel, y presidente de la Diputación meses atrás, en calidad de teniente alcalde, le sustituyó en la difícil tarea de hacer frente a una revolución social que estalló como respuesta al golpe militar.
A los pocos días, el Ayuntamiento quedó relegado a un segundo plano en beneficio del Comité de Guerra, cuya misión era controlar todas las incautaciones, las cárceles, las multas, los registros y las ejecuciones.
Casi como norma general, podríamos decir, en aquel verano del 36 las calles de pueblos de nuestra comarca se llenaron de hombres y mujeres armados. Muchos de ellos no estaban allí para defender la República, sino para hacer la revolución. A donde no había llegado la República con sus reformas, llegarían ellos con la revolución. Personas aparentemente pacíficas mataron a mansalva cuando con un arma en la mano actuaban colectivamente contra unos enemigos que querían poner fin a lo conseguido en las urnas semanas atrás.
El alcalde, Agustín Rivera Cebolla, pronto se vería desbordado por los líderes del Comité local. El 21 de julio, Fiscer requiere telefónicamente a Cebolla su inmediata presencia en Torrijos. Le hace saber que él también se encuentra sobrepasado por la aptitud violenta y descontrolada de las Juventudes Socialistas y Comunistas de la localidad. Sus integrantes habían celebrado una asamblea en su sede de “La Humanitaria”, acordando formar un Comité de defensa de la República.
Pero en esa fecha, 23 de julio, tanto Fiscer como Rivera Cebolla ya sabían que el peligro ya no vendría de la mano de su implacable rival político en la localidad, Julio González Sandoval, sino de sus propias filas frentepopulistas. Sin embargo, fue el expresidente de la Diputación quien soportó el primer envite revolucionario ante la repentina ausencia del primer edil.
El Comité se constituyó en los primeros días siguientes a la insurrección y se posesionó de una habitación del Ayuntamiento que utilizó como sede. Pero como ocurriera en casi todas las localidades de la comarca dentro dicho órgano existía una bicefalia de poderes: los que estaban a favor de las ejecuciones y los que sólo apoyaban las detenciones preventivas, incautaciones o multas. La mayoría de las veces, el Comité actuaba de forma contraria a las directrices marcadas por el Ayuntamiento.
El alcalde, a primeros de agosto, a su vuelta de la capital, se encontró un Ayuntamiento que era un hormiguero de milicianos forasteros, campeando a sus anchas por el edificio consistorial, buscando información y domicilios de los personajes más destacados de la derecha torrijeña que pronto serían apresados y confinados en la Colegiata. Nadie era capaz de ofrecer una respuesta dura a los desmanes del Comité. Un hervidero de poderes armados, de difícil control, sembraron la anarquía municipal. Pero primero Físcer y después Cebolla supieron aguantar a los milicianos forasteros llegados, sobre todo, de Toledo.
Sin embargo, el Ayuntamiento no pudo evitar la primera muerte ocurrida en Torrijos el 9 de agosto. Se trataba del sacerdote de Val de Santo Domingo, Franco Aguilera Carrasco, que fue descubierto por milicianos cuando pasaba por Torrijos camino de su villa natal. Incluso el domicilio de Rivera Cebolla también fue registrado por los milicianos forasteros que habían sido informados por el Comité que allí escondía algún vecino de ideología contraria. Pero no encontraron a nadie.
Los primeros arrestos a derechistas comenzaron el 12 de agosto en las personas de Manuel Montero y su hijo de Antonio Montero Cebeira, joven dirigente de Acción Católica, abogado de profesión y estrecho colaborador del cura Liberio. También detuvieron el mismo día a Julio González Sandoval, que por su constitución física comenzó a ser apodado “El Sapo”, a varios miembros de la familia Calderon, otros tantos de la saga Benayas y al ex alcalde la CEDA, Ángel González Angulo, “Taramona”, entre un total de casi cuarenta encarcelados.
Pero unas horas antes de que comenzaran los asesinatos, algunos derechistas pudieron escapar de la Colegiata porque comenzó a llegar de Madrid la ayuda solicitada semanas atrás por el Ayuntamiento. El guardia de asalto Felipe Marcos García Redondo, natural de Aranjuez, junto con Ribera Cebolla y Fiscer Barbeyto fueron los artífices de esta fuga.
La madrugada del 13 de agosto comenzaron los asesinatos....Continuará.
La madrugada del 13 de agosto comenzaron los asesinatos....Continuará.
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