Última Corporación municipal monárquica de Carmena en 1931. |
LA PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA EN CARMENA.-
Carmena era un pueblo atrasado y pobre, como tantos otros, con altas tasas de analfabetismo e importantes divisiones ideológicas entre sus 2.100 habitantes. Los republicanos de nuevo cuño, que tras las elecciones municipales del 12 de abril se hicieron con el poder en Carmena, se encontraron con una situación imprevisible para ellos: los conflictos sociales y laborales que comenzaron a sucederse en esta localidad antes que en ninguna otra de la comarca.
El último alcalde monárquico, Jesús Santos Vázquez, ni tan siquiera se presentó a los comicios celebrados el día 12 de abril de 1931, pero sí colaboró para que sus predecesores fueran personas afines a sus ideas conservadoras. En esta primera “simbólica” votación fue elegido alcalde Clemente Figueroa Recio, bajo cuyo mandato se proclamó la II República en la villa. Pero en tan solo unos días, y de manera provisional, se designó desde Toledo una Comisión Gestora formada por Emilio Molina Aguilera (alcalde), José López Palomar y Anacleto Figueroa López, que no fue del agrado de ninguno de los grupos políticos que se disputaban la corporación.
Como en tantas localidades de la provincia se había impugnado la anterior votación realizada a través del artículo 29 de la ley electoral. Habría que esperar hasta el día 31 de mayo, fecha impuesta por el gobernador para la celebración de otras nuevas. Pero en este ínterin de tiempo surgió en Carmena un fuerte brote de violencia surgido de la arbitrariedad con que eran designados sus mandatarios municipales. Fue requerida la Guardia Civil de Santa Olalla para sofocar la revuelta que los libros municipales recogen como “desordenes callejeros”. La interina Comisión Gestora, asumiendo el coste que ello conllevaba, decidió que la Benemérita continuara en la población hasta después de la celebración de la Semana Santa “en prevención de nuevos disturbios”.
Pero en los segundos y definitivos comicios volvieron a confirmar el liderazgo que Clemente Figueroa Recio ejercía sobre el resto de miembros electos: Ricardo Maroto Cano, Ubaldo Figueroa Recio, Justo Díaz González, Juan Díaz Cano, Miguel Perales Hernández, Santiago Palomo Hernando y Emilio Molina Aguilera. La mayoría de ellos eran nuevos republicanos conservadores y labradores de clase media; a excepción de Ricardo Maroto Cano, propietario de la extensa finca “El Chorrillo”.
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