lunes, 2 de diciembre de 2013

CARMENA EN LA GUERRA CIVIL. "EL LOBO DE CARMENA"







Portada del libro del que hemos transcrito esta artículo.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL LOBO DE CARMENA.




               En la primavera de 1941, Santa Olalla y Carmena vivieron un gran estado de alarma que terminó con la detención de Antonino Fernández Alonso, El Lobo de Carmena. Éste fue un guerrillero que lideró su partida en los Montes de Toledo tras finalizar la guerra civil.
              A este vecino de Carmena, el final de la contienda le sorprendió en Extremadura, ya que su Brigada fue enviada a dicho frente. Posteriormente sería detenido en el campo de  concentración de Castuera (Badajoz), del que se fugó en dos ocasiones, sin mucho esfuerzo. Después anduvo escondido unos meses hasta adentrarse en los Montes de Toledo. Aquí, ya en la montaña, se integró en las partidas de Eugenio Sánchez, El Rubio de Navahermosa, y de Valentín Gil Valiente, El Chato de La Puebla.
              Las últimas semanas de vida de este guerrillero fueron muy intensas porque tras la muerte de estos dos compañeros antes citados, El Lobo les sustituyó en su jefatura y quebrantó uno de los postulados básico de la guerrilla, que era el de evitar muertes innecesarias. Y así, en tan solo unos días, éste huido acabó con dos miembros de la Benemérita en Menasalbas (Toledo) y con el guarda de la finca La Zarzuela, Agabio Moreno Ortiz, primer alcalde franquista de Escalonilla, ocurrida el 4 de marzo de 1941, en término de Carmena (Toledo). Estas tres muertes serían las únicas perpetradas hasta la fecha por la guerrilla en los Montes de Toledo después de permanecer dos años en la sierra.
             Desde que El Lobo de Carmena, de manera incomprensible, diera muerte al guarda de la finca La Zarzuela, los guerrilleros de la comarca sufrieron su mayor acoso desde el final de la guerra. 
       Al mando de las operaciones para detener al guerrillero estaba el coronel de la Guardia Civil, Enrique Pastor Rodríguez, junto con dos capitanes, el teniente Vicente Villarrubia Carrillo, conocedor del terreno. Una tropa de 60 hombres  emprendió la batida definitiva para capturar al huido más perseguido de la provincia de Toledo.
              Los citados mandos de la Benemérita trazaron un gran círculo imaginario, de más de 20 km de diámetro, en el mapa de la comarca más próximo a Santa Olalla-Carmena, para que sus hombres le fueran cerrando palmo a palmo. Sabían que nadie ofrecería casa y alojamiento al huido porque toda la población estaba alertada y existía una gran psicosis con los habitantes que decían haber visto al huido.

           Al llegar a la estación de ferrocarril de Santa Olalla-Carmena, el día 21 de abril de 1941, El Lobo hirió de bala al cabo de caballería Gregorio Fernández Guadamur. Fue un alarde o exhibición de puntería, realizado en presencia de dos jornaleros de su pueblo, que el propio herido contaba así:

           “Cabalgaba próximo a la finca El Tapuelo, y en una pequeña casa de campo avisté a tres labriegos arando con una yunta de mulas. Me acerqué a preguntarles si habían visto al Lobo, cuando de pronto, éste salió de su escondite y dijo, ¡aquí estoy!. Disparó sobre mí sin mediar palabra hiriéndome en una pierna. Mi caballo se desbocó y no pude controlarlo hasta 1 km después, pero antes El Lobo ya se apropió de mi carabina que había caído al suelo”.

                También, en esos días de fuga desesperada y alocada, intentó dar muerte a otro paisano falangista, Ricardo Maroto. Viajaba en tren desde Madrid a Carmena, pero advertido por unos amigos del peligro que corría si llegaba a su destino, se apeó en Torrijos. Días antes, asaltó a otro paisano que se encontraba arando, con el único fin de alimentarse. Aunque le advirtió que silenciera su aparición, el labrador corrió presuroso a contarlo a la plaza del pueblo, donde se formó un gran revuelo.
            El guerrillero de Carmena buscaba ayuda de un camarada que vivía en Hormigos y trabajaba como jornalero para el sacristán de esta villa. La Guardia Civil fue alertada por el sacristán de aquella localidad de que el hombre más buscado de la provincia pernoctaba en su casa. Fue apresado mientras dormía. El jefe de las operaciones de su detención, el coronel Enrique Pastor Rodríguez, lo redactaba así en su informe:

            “Ha sido muy difícil su detención, porque seguía la táctica de permanecer escondido durante el día y avanzar con la oscuridad de la noche. Pero después de tener conocimiento de la muerte de los dos guardias civiles en Menasalbas, sabíamos que volvería a Carmena. Por ello, tras la última agresión del día 21 de abril, planifiqué la formación de una bolsa o circulo imaginario. Así, en las estaciones de ferrocarril de Erustes y Santa Olalla dejé 5 hombres en cada una; 8 efectivos en Escalona, otros 6 en Almorox, más en Paredes, Hormigos y El Casar de Escalona. Pero el día 24 de abril fue localizada su presencia en la población de Hormigos. Ordené derribar la puerta de la casa en la que encontraba y, un capitán y seis elementos de tropa, detuvieron al Lobo sin resistencia alguna. Se le incautó un mosquetón Mauser, una pistola Sthmeisser, con mucha munición, para ser conducido al ayuntamiento de Hormigos, donde se reconoció culpable, sin presión alguna. Después fue conducido a la prisión de Santa Olalla, pero como intentó darse a la fuga ordené disparar, causándole la muerte”.

            Sin embargo, existe otra versión diferente a la anterior en cuanto a los últimos momentos de la vida del guerrillero Antonino Fernández. El día 26 de abril de 1941, fue conducido por la Guardia Civil al lugar donde había soterrado las armas que tomara, semanas atrás, en la finca La Zarzuela. A las ocho de la mañana del mismo día, en aquel paraje próximo a Santa Olalla, el Ventorro del tío Virique, fue tiroteado por miembros de la Benemérita aplicándole la ley de Fugas. (1)

        
Esta lápida estuvo colocada durante décadas en la finca "La Zarzuela".



(1) MORALES GUTIÉRREZ, JUAN ANTONIO: Segunda República y guerra civil en Santa Olalla; Editorial Ledoria, Toledo 2016.


2 comentarios:

  1. El nombre de El Lobo era Antonino Fernández Alonso.

    En algún libro sobre el maquis aparece como Antonio e incluso como Antolín. Pero, repito, su nombre era Antonino.

    Me parece exagerado decir que "miles..." se refugiaron en las montañas nada más finalizar la guerra...

    Los nacionales habían toma do esa zona ya en el verano del 36, así que no tiene sentido decir que huyeron al final de la guerra. Al contrario, habría que decir que no huyeron, sino que volvieron a su casa a seguir luchando o a cumplir algún objetivo que se habrían propuesto.

    No creo que en los Montes de Toledo fuesen miles, probablemente fuesen sólo alguna decenas.

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  2. Un episodio más dentro de aquella inmensa tragedia colectiva.

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